:39:00
Estoy segura de que sí.
Sólo hay una cosa que me preocupa...
:39:04
Tendré mucho gusto en ponérselo,
si me acompaña...
:39:27
- ¿Quién se lo va a decir a los niños?
- ¿A los niños?
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Va a ser muy duro explicarles
algo tan terrible a tres niños tan pequeños.
:39:36
Tres. Tendremos que decírselo.
:39:41
Tres.
:39:43
Bueno, yo se lo diré.
Julian no sirve para esas cosas.
:39:46
- ¿Cómo se lo tomarán?
- Ya se acostumbrarán.
:39:49
Ahora podré dedicarme
a ellos exclusivamente.
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He estado ocupada
ayudando a Julian en su trabajo.
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- Claro que tiene una enfermera.
- Sí. Creo que la Srta. Dickinson es genial.
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Sí, lo es.
:40:00
Una de esas solteronas,
probablemente enamorada de su jefe.
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- ¿Eso se lo ha dicho Julian?
- No, no exactamente.
:40:07
Una noche que trabajó hasta muy tarde
tuve celos de la Srta. Dickinson.
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Cuando se lo conté,
le entró un ataque de risa.
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- ¿Alguna vez ha tenido usted celos de ella?
- Yo no.
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La mujer que se case con Julian
no debería ser de las posesivas.
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Sé que Julian ha tenido sus líos.
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Después de todo,
si es desgraciado en el matrimonio...
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No siga repitiendo eso.
Debo irme, de verdad.
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Sra. Winston, me ha hecho una pregunta
y ahora quiero hacerle yo otra.
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¿Está segura de que ya no le quiere?
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Naturalmente que ya no le quiero.
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Pero no se puede dejar a un hombre
después de tantos años sin sentir pena.
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Un hombre con el que se han compartido
las cosas cotidianas.
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Estar pendiente de su peluquero,
de prepararle el almuerzo.
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Le gustan los sándwiches de pollo y huevo.
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De comprarle las camisas, los pijamas,
los pañuelos, de cuidarle.