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La estrategia es ésta:
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La cortesía inspira cortesía.
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Te toca a ti. Escoge cualquiera,
pregunta por el monumento de Hays.
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-¿Qué?
-Maldición, Barbara.
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¡El monumento de Hays!
¿No lo conoces?
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¡Que el Señor se apiade!
¡Necesitas ayuda!
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-¡Jamás oí hablar de él!
-No existe.
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No existe tal monumento,
pero pregunta dónde está.
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Infórmate, pero que sea
con cortesía y amabilidad.
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-Está bien.
-¿Sí? Bien.
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¿Lista?
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-Sí.
-Bien, andando.
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-Vamos.
-Está bien.
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Disculpe, ¿me ayudaría por favor?
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-¿Qué deseas?
-Estoy perdida.
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Busco el monumento de Hays.
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¿Dónde queda ese monumento?
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-No sé, patrón.
-Es lejos.
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Allí me esperan mis padres
y mi hermanito.
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No quiero detenerlo.
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Vámonos, patrón.
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Un momento, está perdida.
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Pero usted tiene prisa.
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No importa. Vamos a ver.
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El monumento de Hays, ¿verdad?
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Lo vi muchas veces.
Es grande, ¿no?
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Sí, bastante.
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De niño jugué allí con las palomas.
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¿ Ves allá?
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¿ Ves aquél policía?
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Pregúntale, él te dirá dónde está.