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Ahora, en esta prisión abandonada...
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Querelle iba a conocer
a un joven que había matado.
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Este pensamiento
lo llenó de ternura.
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El asesino era un joven torpe.
Un homicida sin sentido.
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Un tonto.
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Pero, gracias a Querelle,
sería engalanado con un homicidio real.
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Dime...
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¿por qué mataste a ese marinero?
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No entiendo.
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Vamos. Dime.
¿Por qué le hiciste eso al marinero?
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Él no lo hizo.
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- Si no fue él, ¿quién lo hizo?
- Te doy mi palabra. Yo no fui.
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No puedo decirte quién lo hizo,
pero juro...
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que no fui yo.
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El periódico decía
que habías sido tú.
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Yo te creo...
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pero nunca convencerás a la policía.
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Encontraron tu encendedor
junto al cadáver.
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¡Fuera, Roger!
¡Piérdete!
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Ya no puedo soportarte más hoy.
¡Lárgate de aquí!
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Perdí mi encendedor.
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Ni siquiera me di cuenta.
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¿Cómo puede ser tan importante
un encendedor?
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Finalmente, sé por qué no dejas
que las demás usen lencería negra.
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¿Por qué?