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Fue ella quien fue a Boli de visita.
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No tuve elección y fui con ella
a cada burdel de la ciudad.
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Ella no podía permitírselo.
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Un vez que terminamos las visitas,
mi nombre estaba limpio.
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Pero unas dos semanas más tarde,
Leitzu desarrolló un llaga en el labio.
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En aquellos días de guerra...
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...los médicos no podían
hacer nada.
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Me acordé de que...
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...un vecino mío de Taipei
había tenido llagas y murió.
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Más tarde, un curandero dijo
que ningún médico...
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...podía curar esa clase de llagas.
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La única cura es ir al campo
y coger unas ranas,
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...rajar una en el vientre y
colocarla abierta en la llaga.
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Un minuto después, la rana
debería secarse.
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Leitzu tuvo suerte de que
recordase esto.
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Ocurrió después de medianoche. Conseguí
que los tramoyistas fuesen con linternas...
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...al canal que hay detrás del
Teatro El Escenario Feliz...
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...a llenar un cubo de ranas.
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Sus amigas vinieron a decírmelo
después de la función.
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Me apresuré.
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Los tramoyistas consiguieron
las ranas.
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Cuidé de ella toda la noche.
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Una tras otra, rajamos
a las ranas.
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Se secaron de verdad después
de un minuto sobre la llaga.
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Su cara estaba tan hinchada...
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...que parecía la cabeza de un cerdo.
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Seguí aplicando ranas a su labio...
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...hasta las 4 de la mañana.
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Le toqué la frente.
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La fiebre había bajado...
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...y el color había vuelto
a su cara.
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Continué aplicando las ranas
hasta el amanecer...
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...y le toqué la frente de nuevo.
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No tenía fiebre.
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Después de aquello, les pedí a sus amigas
que cuidasen de ella.