:10:03
...un anciano.
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Debo convencerlo de mi fuerza.
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Convencí a otros, en otro tiempo,
en aquella taberna en Casablanca...
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Cuando jugué a la "mano de hierro"
con aquel negro grande,
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que era el hombre
más fuerte del puerto.
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Nos enfrentamos cara a cara
un día y una noche...
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Nuestros antebrazos levantados y
nuestras manos agarradas una con otra.
:10:30
Cada uno de nosotros trataba de aplastar
la mano del otro sobre la mesa.
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Paris iba a buen paso.
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Las apuestas
no cesaban,
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a la luz de las lámparas de petróleo.
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Once horas y continuamos.
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Los árbitros se cambiaban
cada cuatro horas...
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...con el fin de que pudieran dormir.
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Muchos de los apostadores
habían pedido un empate.
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Tenían que trabajar en los muelles,
cargando sacos de azúcar.
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Sino fuera por esto, todos habrían
preferido ver el fin de la prueba.
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¡Sí, Santiago!
¡Vamos!
:11:39
¡Puedes hacerlo!
:11:41
¡Sigue!
¡Machácalo!
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- ¡Chico!
- ¡Es para ti, joven!
:11:48
Tenemos un vencedor.
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El duelo había comenzado
el domingo por la mañana...
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...y terminó un lunes por la mañana.
:11:59
Mucho tiempo después de esta hazaña,
todavía me llamaban "El Campeón".