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Aun así...
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cure al Marqués de Sade...
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tenga éxito donde innumerables...
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médicos y curas han fracasado.
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Nadie podrá echarle en cara
a Napoleón...
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hacer que un hombre entre en razón.
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¿Puedo sugerirle...
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una evaluación del manicomio
de Charenton...
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y de su notable paciente ahí internado?
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Tengo al candidato perfecto
para este trabajo...
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el Dr. Royer-Collard...
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un alienista distinguido,
hombre de moral sólida...
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de carácter impecable...
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y con una determinación de hierro.
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Mis colegas me han llamado anticuado...
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incluso brutal.
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Pero aquí, en el Hotel Dieu, somos
partidarios de un tratamiento agresivo.
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- Desde luego.
- No busco la fama o adquirir renombre.
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Sirvo un propósito más noble.
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Tomar los pequeños errores de Dios
y a aquellos que ha abandonado...
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y condicionarlos con la misma fuerza
y el mismo rigor...
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que uno emplearía para adiestrar
a un perro salvaje...
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o un semental sin domar.
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Esto quizá sea desagradable...
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pero es tener clemencia,
a pesar de todo.
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Unos meses más así y se pondrá bien.
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El Emperador espera...
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que emplee su pericia,
sus conocimientos...
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en el manicomio de Charenton.
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¿Charenton?
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Su joven administrador es bien querido,
¿no?
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Es joven, un idealista.
Tendrá que ser diplomático.
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¿Sabe cómo defino el idealismo,
Sr. Delbené?
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El último lujo de la juventud.