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Este monstruoso Dios suyo...
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colgó a su propio hijo
como una ijada de ternera.
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Tiemblo al pensar
lo que me haría a mí.
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¿Por qué me hace esto?
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Basta.
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Moriré de soledad.
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No tengo más compañía
que los personajes que creo.
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Rameras y pederastas.
Le irá mucho mejor sin ellos.
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- Tengo una propuesta.
- Como siempre.
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Madeleine.
Está loca por mí.
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Hará todo lo que le pida.
Podría hacerle una visita de noche.
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No sé a quién insulta más,
a ella o a mí.
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- Abrirá las puertas del cielo.
- ¡Ya bastó!
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Está tenso, le vendría bien
joder lenta y pausadamente.
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Buenas noches, Marqués.
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¡Entonces sodomíceme a mí!
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¡Maldito sea, Abate!
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¿No comprende mi problema,
su gravedad?
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Escribir es involuntario para mí,
como los latidos de mi corazón.
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¡Como mi erección constante!
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Hice justo lo que me pediste.
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Le hice una visita al artesano.
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Se rió y me llamó una ramera.
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Pero a pesar de todo, aceptó mi dinero.
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No sé qué te da más placer:
los objetos mismos...
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o la humillación que tengo que sufrir
para conseguírtelos.
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Y por último, pero no por eso
menos importante...
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te traje unos caramelos de anís...
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y unas pastillas de chocolate.