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Ahora Ie faIta un dedo de un pie.
Vive en Miami y no puede IIevar sandaIias.
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¿Qué sentido tiene?
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Ahora sus nietos...
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Menos mal que el Boca ya no tenía pistola.
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Una hamburguesa con queso.
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En cuanto al Bate...
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Quiero Ia mayonesa bien extendida
en eI pan de abajo.
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La Iechuga y eI pepiniIIo
me Ios envueIve aparte.
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Señora, ya sé Io que dice eI anuncio,
pero Ios pedidos especiaIes...
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sí nos moIestan.
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Una hamburguesa.
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¿Una hamburguesa?
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¡Venga a Ia oficina!
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No queda Burger King en este Condado
del que no lo hayan echado.
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No sé. Una vez cumplidos los 60...
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no se debería tener que obedecer
a un pringado para poder ganarse la vida.
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No es nada contra los de Burger King.
Los productos son fabulosos.
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A la brasa. ¿Para qué decir más?
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El Lerdo se volvió sentimental
con los años.
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Creía que trabajar con fiambres,
deseándoles lo mejorpara el futuro,
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saldaba un poco sus cuentas
por todos los que se había cargado.
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Ponerles cara de felicidad,
ésa era su divisa.
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Tenía mucho talento. Yo sé de eso.
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He visto muchos cadáveres.
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Creedme. Ninguno tenía aspecto
de ponerse a cantar HeIIo, DoIIy.
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Cuando veas a San Pedro, diIe que ha sido
eI Lerdo quien te ha Iimpiado Ios zapatos.
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Buen viaje, coIega.
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Ya Ie he dicho que no hay nada nuevo.
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Hemos investigado a todos Ios NeaI
deI sur de FIorida. No hay nada. Lo siento.
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Seguiremos intentandoIo.
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Sr. BarteIIemeo,
no puedo aceptarIe mas dinero.
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Se dedica a buscar gente. Éste es eI precio.
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Así que búsqueIa.