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es una ley que no se obedece.
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La violaremos, porque salvar
las semillas
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es un deber para con la Tierra
y las generaciones futuras.
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Pensamos hacer algo
que fuese simbólico,
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o más que simbólico,
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y a que es una opción
a la supervivencia.
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Los agricultores
que cultivan sus semillas,
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que las salvan
y que no usan pesticidas,
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ganan tres veces más
que aquéllos
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que dependen de los químicos,
de Monsanto y de Cargill.
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Hemos creado alternativas
viables para la gente.
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Hay muchas herramientas
para recuperar la comunidad.
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Pero lo importante
no son las herramientas.
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Hay litigación, legislación
acción directa, educación,
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boicots, inversión social;
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hay muchas maneras de hacerle
frente al poder corporativo.
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Pero en el análisis final lo
más importante es la visión.
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Hace falta un cuento mejor.
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¿Los conozco lo suficiente
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como para llamarlos
colegas saqueadores?
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No existe una compañía
industrial en el mundo,
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ni una institución
de ningún tipo,
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ni mía, ni suya, ni de nadie,
que sea sustentable.
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Yo mismo me acuso,
y nadie más,
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de ser un saqueador
de la Tierra,
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pero no por la definición
de la civilización.
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Por la definición
de la civilización,
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soy un empresario,
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y a los ojos de muchos,
un héroe moderno.
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Pero de verdad verdad,
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la primera revolución industrial
tiene defectos,
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no funciona,
no es sustentable
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y es un error.
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Debemos ir hacia otra y mejor
revolución industrial,
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y esta vez tenemos
que hacerlo bien.