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solían ir engalanados con joyas
extravagantes y de gran valor.
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Sin remontarnos
a tiempos tan lejanos,
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hay muchas firmas especializadas
en joyería para animales
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que exponen sus catálogos
en Internet, donde encontrarán
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el collar de amatistas
con que sueña su hámster,
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o los pendientes de oro
de 18 quilates
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que darán un aire distinguido
a su cócker.
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La ruta a la que alude Stéphanie
en esa escena
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fue una ruta muy polémica en su día.
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El primer automóvil
que llegó al templo de Angkor
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fue el que conducía el conde
de Montancit en 1921,
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que se quejaba de la falta
de carretera
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para llegar a esas maravillas.
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La Administración hizo
lo necesario en los años 30.
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Volvemos a nuestro decorado
de Bangkok con mi tigre preferido,
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el de la mirada glauca inolvidable.
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Me saca de quicio cuando leo
que la expresión de los tigres
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se ha manipulado por ordenador.
¡No!
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Se eligen al hacer el montaje,
como se hace con los actores,
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pero son expresiones del tigre
absolutamente naturales.
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Aquí, al no haber
problemas de seguridad,
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los planos se ruedan en directo
con Oanh Nguyen.
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Thierry Le Portier
está escondido detrás del sofá
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desde donde ordena a la bestia
que no se mueva.
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Oanh le habla al tigre,
y este observa
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a ese curioso personaje de blanco
que se dirige a él con insistencia.
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El tigre no entiende qué le dicen
y se impacienta
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al estar encerrado en la jaula
y no poder moverse.
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Los primeros planos se ruedan
simultáneamente ahí mismo,
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con una cámara frontal
oculta a la derecha del sofá.
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El arte de seleccionar el instante
preciso de una buena toma
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e insertarlo en el momento preciso
del contraplano
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no es algo específico del filme
pero sí esencial.
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Si se hila fino y se corta
con gracia se notará la diferencia.