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Como señalé antes,
les recuerdo que los tigres son,
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dentro de
los mamíferos superiores,
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los que parecen mejor dotados
en cuanto a memoria.
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Disponen de muchos elementos claros
para reconocerse.
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El dibujo facial
que les singulariza,
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la glándula rectal que les permite
emanar un olor distintivo
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y el timbre de voz y la vocalización
específica de cada animal.
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El accidente que se evoca aquí,
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de un domador o espectador encajado
entre los barrotes,
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es por desgracia
frecuente con los tigres.
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No pasen nunca cerca de una jaula,
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pues no tardan en engancharte.
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La escena se realizó,
según los planos,
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combinando tigre falso y actor real,
o tigre real con brazo falso.
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Y un tercer pase,
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para unir el brazo falso
al actor real,
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como en el plano largo
que vimos con el revólver.
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La desbandada también se rodó
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a medias entre Bangkok
y el plató de Arpajon.
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Concretamente son planos rodados
en cuatro pases, como el que vemos,
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uno para los tigres,
otro para la gente en primer plano
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y otro para los guardas.
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Todo lo que huye parece una presa
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y podría despertar
el instinto de caza.
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Por eso los tigres y la gente
se rodaron siempre por separado.
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La mayor parte del tiempo,
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la fiera que se escapa del circo
suele regresar a su jaula,
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como un perro regresa a su caseta
o un caballo al establo.
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Contrariamente a lo que se piensa
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y a que solemos asociar
jaula con barrotes de una cárcel,
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durante el rodaje constaté
que a los tigres les gusta su jaula,
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como a nosotros
nuestro dormitorio.
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La jaula es para ellos
su entorno privado,
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donde están tranquilos,
su casa, donde duermen,
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donde comen, donde tienen un rincón
para hacer sus necesidades.
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En su hábitat natural,
a los felinos les encantan
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las guaridas estrechas,
las cavidades bajo peñascos,
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los escondrijos bien protegidos
por la vegetación.