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las clases extras de francés y
esos progresistas campos de verano.
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Por no hablar de tu ortodoncia.
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No hables de dinero
delante de ellas.
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¿Por qué no? Gastan bastante.
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Pelea, pelea, pelea.
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Niñas, coged vuestras cosas
y en marcha, que llegaréis tarde.
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Adiós, papá.
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Dadle recuerdos
a la Srta. Stellwagon.
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¡Yo abro!
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-Hola, chicas.
-¡Bill, cuánto tiempo!
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-¿Está despierta tu madre?
-Está ahí.
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-Vamos, Betsy.
-¡Un momento, bajamos!
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Adiós.
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-Buenos días, Muriel.
-Buenos días.
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-Hola, Jim.
-Hola, Bill.
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¿No te vas fuera con Lillie y Paul?
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Sí, me recogen dentro de un rato.
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Pensé traerte esto, por si quieres
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sacar adelante el trato
con Funkhauser.
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-Gracias.
-¿ Una taza de café, Bill?
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-Sí, gracias.
-Gussie.
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Personalmente creo que se pasa
en unos dos o tres mil dólares.
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-Supongo que sí.
-Podrías ahorrártelos
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no tirando abajo
el tabique del salón.
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No es muy práctico, de todos modos.
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Supongo.
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¿ Qué tabique?
¿ Quién es Funkhauser?
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-Gracias.
-Bunny Funkhauser.
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-¿ Quién?
-Sabes quién es, cariño,
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ese joven interiorista que conocimos
en la fiesta de los Collin.
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¿El de las sandalias
con los dedos del pie al aire?
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¿ Qué pasa con él?
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Ya sabes que llevamos tiempo
pensando en arreglar el piso.
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Hace un par de semanas llamó,
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le pedí que se pasara
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y se le ocurrieron algunas ideas
sencillamente maravillosas.
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Y...
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no quise molestarte
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con croquis y presupuestos
hasta saber si podríamos pagarlo.