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No es tan malo,
sentarse bajo una palmera...
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ir a nadar, tomar sol.
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Palmeras.
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Apenas pasaron unos días
hasta que conocí al Sr. Holland en Antigua.
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Abordamos el barco hacia San Sebastián.
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Todo era como lo había imaginado.
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Observaba esas grandes estrellas
que brillaban.
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Sentía la tibieza del viento en mis mejillas.
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Respiraba profundamente y me decía...
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"Qué hermoso."
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¡No es hermoso!
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Leyó mis pensamientos, Sr. Holland.
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Es fácil leerle los pensamientos
a un recién llegado.
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Todo parece hermoso
porque no se entiende.
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Los peces voladores...
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no saltan de alegría. Saltan de terror.
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Hay peces más grandes
que quieren comérselos.
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Esa agua luminosa...
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obtiene el brillo de millones
de diminutos cuerpos muertos.
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Es el destello de la putrefacción.
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Aquí no hay belleza
sino muerte y descomposición.
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No puede creerlo de verdad.
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Todo lo bueno muere aquí,
hasta las estrellas.
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Fue raro que él irrumpiera así
en mis pensamientos.
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Había dureza y crueldad en su voz.
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Yaun así, había algo
en él que me gustaba.
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Algo que era limpio y honesto...
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pero que estaba muy, pero muy dolido.