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"DIOS ELIGIÓ LA NECEDAD DEL MUNDO
PARA HUMILLAR A LOS SABIOS;
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LA FLAQUEZA PARA HUMILLAR A LOS
FUERTES; LA VILEZA, A LOS RUINES;
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LO QUE NO ES NADA,
PARA ANULAR LO QUE ES".
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Y Francisco, para vencer al mundo,
se hizo pobre y humilde,
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se hizo niño para merecer
el Reino de los Cielos.
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El mundo se burló y le llamó loco,
pero el Papa Inocencio tuvo fe en él.
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y le permitió llevar a los hombres
su fe en la mansedumbre y la pobreza.
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Y ahí viene Francisco, vuelve de Roma
a Rivotorto junto a sus compañeros.
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Como la cabaña está ocupada se van
a Santa María de los Ángeles,
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desde donde irradiarán al mundo
la fuerza de su bondad,
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su mansedumbre y su anhelo de paz.
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Yo, si tuviera que predicar
empezaría así:
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"He venido para comunicaros
un gran secreto que os hará felices.
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Os enseñaré qué
debe buscar el hombre...
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...- para encontrar la paz".
- ¡La alegría!
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¡La alegría, exactamente!
Porque como la paz,
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forma el ardiente deseo
del corazón humano.
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Yo en cambio, hablaría
a los hombres de la gloria.
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¿Acaso no debemos encontrar
el espíritu del perfecto caballero?
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Pero Él se refería
al ardor de la caridad,
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con el que deberemos
predicar la palabra de Dios.
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El ardor, surge del corazón sumergido
en alegría del que hablaba Fray Rufino.
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Yo, en cambio, diría que en la vida
el cristiano debe amar la lucha.
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Es bello luchar, máxime cuando a la
lucha le sigue la posesión del bien.
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¿Quieres decir la lucha por la virtud?
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La alegría de la que hablaba
es la de la posesión que tiene el alma
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cuando ha logrado dominar
las pasiones que la turbaban.