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Es una bendición
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que Roma se haya librado de él.
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Amables romanos.
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¡Escuchadme!
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Amigos, compatriotas,
¡prestadme atención!
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Vengo a sepultar a César,
no a elogiarlo.
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El mal que hacen los hombres
les sobrevive.
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El bien
suele sepultarse con sus huesos.
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El ilustre Bruto
ha dicho que César era ambicioso.
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Si así fue,
se trataba de una grave falta,
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y ha pagado gravemente su ambición.
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Con la venia de Bruto,
que es un hombre honrado,
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como también lo son los demás,
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vengo a hablaros
en el funeral de César.
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Era mi amigo,
siempre leal y justo conmigo.
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Bruto dice que era ambicioso,
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y Bruto es un hombre honrado.
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Infinitos cautivos trajo a Roma
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cuyos rescates llenaron
las arcas públicas.
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¿Era eso ambición?
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Si los pobres se lamentaban,
César lloraba.
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La ambición debería ser más dura.
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Sin embargo,
Bruto dice que era ambicioso.
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Y Bruto es un hombre honrado.
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En las Lupercales le presenté
tres veces una corona real.
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Y las tres veces la rechazó.
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¿Era eso ambición?
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Bruto dice que era ambicioso
y él es un hombre honrado.
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¡No desapruebo
las palabras de Bruto!