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Ya no renguea, Capitán.
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Parece las Mil y Una Noches.
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¿Tiene arcones con rubíes en el baño?
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Sólo perfumes y licor.
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He oído hablar de este lugar, Capitán.
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Todas las chicas hablan de esto,
sólo que no les creía.
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Bergdorf Goodman, Saks Fifth Avenue,
Lord & Taylor.
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Sheila tiene razón.
Es el lugar más elegante del pueblo.
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¡Dios mío! Perfume Arpege.
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¿Cómo se las ingenió para tener Arpege
con los alemanes en París?
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Hay alemanes en París, ¿verdad?
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Estamos en guerra, creo.
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Seguramente ustedes,
los norteamericanos, deben saberlo.
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Sólo elige un vestido, cariño,
y regresa a las 5:30.
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Me aburren los que odian
a los norteamericanos, Srta. Barham.
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He tratado con europeos toda mi vida.
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Sé todo
sobre los advenedizos norteamericanos...
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que venimos y jugamos carreras
en sus lugares históricos...
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con cámaras y botellas de Coca-Cola.
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Peleamos en sus bares, manoseamos
a sus mujeres y nos creemos reyes.
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Damos mucha propina.
Hablamos muy fuerte.
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Creemos poder comprarlo todo
con una barra de Hershey.
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Alemanes e italianos me han dicho...
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cuán políticamente ingenuos somos.
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Y tal vez tengan razón.
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Pero aún no hemos tenido
a un Hitler o un Mussolini.
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Los franceses me han llamado salvaje...
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porque me tomo
sólo media hora para almorzar.
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La única razón por la que ellos
tardan dos horas...
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es el pésimo servicio de sus restaurantes.
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Los más fastidiosos son ustedes,
los británicos.
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Nosotros, norteamericanos burdos,
no trajimos la guerra a su isla.
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Esta guerra, Srta. Barham,
a la que somos tan insensibles...
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es el resultado de 2.000 años
de codicia europea...
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barbarismo, superstición y estupidez.
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No culpen a nuestra Coca-Cola.
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Europa se había convertido en un burdel
mucho antes de que llegáramos.
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Dios. Cuánta franqueza.
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Así que, basta ya, Sra. Ama de Casa.
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Si no le gustan las barras Hershey,
no las lleve.
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Escoja un vestido o márchese.
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No es mi trabajo escuchar
su desdén sentimental.
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Casi me creo que voló para la RAF.
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Sabe que nunca volé para la RAF.
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Nunca pensó que le creería, ¿verdad?
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Ni por un segundo.
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¿Por qué, Capitán?
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Usted está aquí, Srta. Barham.
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Sí, es cierto.
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Usted es un verdadero rufián.