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No se hace ninguna trampa
en cuanto a la amplitud del filme.
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Cada vez que la veo, me impresiona.
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Mirad los juncos y los extras.
Mirad cuánta gente sale en un solo plano.
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Increíble. Día tras día, así.
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Estaba en un costado del barco,
preparando un plano difícil,
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y Steve me tocó en el hombro y me dijo:
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"Van a llegar unos uniformes.
Deberías echarles un vistazo".
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Los dos creíamos que los uniformes
debían tener pinta de usados.
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Le dije: "Estoy ocupado con este plano.
Lo haremos después del rodaje de hoy".
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Se fue y, sobre las dos de la tarde,
volvió a tocarme en el hombro.
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Steve me volvió a decir:
"Bob, los uniformes...".
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Le dije: "Por Dios, te he dicho
que los veremos luego, después del rodaje".
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Le dolió tanto que le respondiera así,
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que se fue y se pasó tres días sin hablarme.
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Vino a ver las tomas diarias,
que veíamos todos los domingos.
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Las proyectábamos los domingos
en el cine del ejército,
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y vio las tomas diarias,
le gustaron y se arregló todo.
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Teníamos que enviarlas a Hollywood.
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Estábamos rodando en Taiwan,
y teníamos que enviar las tomas diarias.
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Así que las veíamos
ocho o diez días después de rodar.
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Nos llegaban los domingos
y las proyectábamos en el cine del ejército.
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Entonces Steve, que no me hablaba,
vino a ver las tomas diarias.
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Le encantaron y se arregló todo.
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Bob nos invitaba a todos al cine.
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Consiguió que dispusiéramos
de un cine en Taipei.
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La diversión de los domingos
era tomar un buen almuerzo